Denominada como la “joya del románico treviñés”, la ermita de la Purísima Concepción es un claro ejemplo de taller medieval del siglo XII con gran habilidad sobre la labra de piedra. En ella intervinieron dos talleres de canteros bien diferenciados. El primero trabajó en el ábside y el presbiterio, una auténtica obra de arte. El segundo taller se encargó del resto de la nave y la portada del templo, un trabajo menos elaborado y del cual entendemos que tan solo querían dar por finalizada la ermita.
El bonito ábside semi-circular se abre en cinco paños, de los cuales, tres poseen ventanales con arquivoltas decoradas mediante motivos vegetales. Unos bonitos arcos trilobulados se sitúan bajo el alero del ábside y los pilares poligonales que recorren toda la verticalidad absidial están rematados por extraños elementos ornamentales: figuras humanas, un cerdo, elementos florales, etc.
La portada sur con arquivoltas de medio punto no hace justicia, en cuanto a decoración, al ábside. Es aquí donde se ven claras las diferencias de los dos talleres de cofrades.