La pedanía cuenta con un alojamiento de turismo rural, Obeko Etxea. Información y reservas en el 945 378173.
Mucho queda por estudiar en la historia de Obécuri y del Condado en general, siendo sólo estos pocos datos lo que podemos aportar.
La población más septentrional del Condado se encuentra inserta en un entorno natural privilegiado y de fácil acceso. Hay datos que nos permiten asegurar que en 1193 ya existía la pedanía.
El hijo más ilustre de la población fue el presbítero Martín Fernández, que viajó a América, para volver a su pueblo natal colmado de riquezas que destinó a obras religiosas y a costear su residencia, una sólida y ostentosa construcción que se enseñorea entre el caserío.
Sus monumentos más destacados son los siguientes.
Casa-Torre
Esta construcción militar del siglo XIV es de una austeridad propia del momento. En un primer momento se podría pensar en que esta condición viene dada por su carácter defensivo, pero hay elementos extraños para tratarse de una construcción de este tipo. La ubicación es un tanto inusual, puesto que aunque domina el camino hacia Bernedo, la torre no tiene la suficiente altura para no hallarse en desventaja al ser atacada por el flanco oeste, puesto que la colina aunque suave dota de una posición estratégica y cómoda en la toma de la torre. Cabe la posibilidad de que fuese la residencia de algún hidalgo destacado de la población que edifica esta construcción por prestigio social más que por defensa. Pero lo más probable es que fuese construida por los Condes de Treviño para controlar posibles movimientos militares en la cercana fortaleza de Bernedo, que hasta finales del siglo XV pertenecía al reino de Navarra. Esta teoría no sugiere que esta torre “atacaba” o se defendía del castillo de Bernedo, pero si informaba de los posibles movimientos y “recordaba” a los navarros de la presencia cercana de baluartes castellanos como el de Treviño, lugar donde si había una fortaleza lo suficientemente importante como para acoger a un pequeño ejército para defenderse de posibles incursiones navarras.
A fin de reducir costes en su construcción se adosó a la parroquia de San Juan utilizando la espadaña del edificio como uno de sus muros.
La parroquia de San Juan Bautista
El templo es en su mayor parte del siglo XIII, aunque ha sufrido varias reconstrucciones de sus paramentos y bóvedas, especialmente se observan éstos sucesos en el muro posterior de la iglesia, junto al cementerio.
La portada de acceso se encuentra mutilada por la torre del siglo XIV que se asienta junto a ella y que en la actualidad hace las veces de torre parroquial. Este acceso es del siglo XIII, de buna factura aunque un tanto deteriorada. Antiguamente el templo contó con una puerta al norte, en el cementerio de la que permanece una bellísima portada románica con decoración vegetal que recuerda a los artistas que trabajaron en la portada del pueblo de Ochate, actualmente en Uzquiano.
En el interior sorprende el retablo del altar mayor ya que es uno de los escasos ejemplos de la retablística del primer renacimiento que poseemos en el Condado.
Los elementos principales que denotan su estilo renaciente primitivo son los grutescos de sus columnas, esfinges, jarrones y sartas de hojas, que están en relación con los elementos decorativos encontrados en la Domus Aurea de Nerón en Roma.
Pese a que en la actualidad la iglesia se haya consagrada sólo a San Juan Bautista, en el nicho central nos encontramos dos imágenes de San Juan y de Santo Tomás (a la que se le han añadido las llaves y en la actualidad se venera como San Pedro).
En Obécuri existe una extendida devoción por San Víctor, de hecho el pueblo cuenta con una ermita dedicada a este santo. En la parroquia se conserva una imagen gótica del mismo en la que destaca la sonrisa forzada, típica de este estilo y la llamada curvatura gótica en forma de S de la imagen. Es una imagen perteneciente a talleres locales y actualmente muy repintada.
En una visita no olvide pasear hasta el humilladero renacentista del Santo Cristo. Un Humilladero es una capilla devocional abierta con una reja o similar en la que el fiel puede arrodillarse (humillarse) ante una imagen guardada en el interior de esta construcción. En este caso el fiel queda protegido por un pórtico cubierto con un artesonado de piñas y flores apoyado sobre unas columnas jónicas en cuyos podium aparecen las sentencias: Sola Virtus parit Honores (Sólo la virtud da origen al honor) y Solus Honor parit Virtutem (Sólo el Honor engendra la virtud); en un juego conceptual que habla del deseo de perfección que debe presidir la vida humana, entendiendo que el patrono de la construcción así lo hizo. El fundador y mecenas de esta construcción devocional fue Martín Fernández que “peregrino por el nuevo mundo venciendo dificultades innumerables” como dice la inscripción que corona la fachada.
En el interior destacan las tallas del Santo Cristo y de San Francisco de Asís y San Jerónimo “humillándose” como el fiel ante el Salvador., siendo ejemplo para el fiel de la virtud cristiana que trajo el honor (el recuerdo) de estos santos. Todas ellas de la mano del escultor Juan Fernández de Vallejo.
De vuelta al pueblo, pasear entre sus huertos hacia el lavadero junto al rio es una experiencia grata en la que el visitante queda invadido por la calma y la paz de esta hermosa población.